Hola, locos.
Parece que viene a cuento el tema de la educación, así que me voy a desquitar un poco. No voy a reivindicar la vieja usanza, aunque ya hablé de recuperar el respeto y primacía del enseñante, eso sí…
La educación de nuestros menores se ha alargado bastante y aún así no llega. Bien están desterradas las listas de afluentes o de reyes godos, pero tenemos generaciones que ignoran dónde están los ríos principales o qué diantres era un godo. A cambio, no saben ni quién era Abderramán III, ahí es nada. Dejando aparte los romanos - organizadores de occidente- desde la llegada de los pueblos germánicos hasta la definitiva caída de los musulmanes hay diez siglos, diez. En diferentes momentos de este transcurso, nuestros antepasados llegaron a la cumbre de occidente en distintos campos. Un legado para el mundo que atestigua nuestra valía y que pasará al olvido. Solo como ejemplo, véase el caso de los visigodos y el Derecho.
Reconozco que hay temas más necesarios en la vida moderna, con nuevas asignaturas, pero es importante tener fe en la propia capacidad como pueblo y nuestro pasado no es solo bélico, ni mucho menos regional o autonómico. En todo caso la educación no debería quedar ahí. La sociedad, el trabajo, reduce el contacto de padres e hijos. Niños que ya no disponen ni de su madre para atender constantemente la educación diaria.
La educación física no es solo aprender a hacer ejercicio, disciplinarse o aceptar la victoria y la derrota. Es importante conocerse, fortalecer el carácter y aprender a mejorarse, pero también lo debería ser aprender a vivir con salud. Más allá de los “deliciosos” comedores públicos, que antes enseñaban a comer “de todo”-por no decir cada cosa… - hay una educación pendiente sobre la salud. Las posibilidades alimentarias son mayores, por fortuna, y crean verdadero peligro si hay abuso, por no hablar de otras ofertas más peligrosas.
Sin querer relacionarlo, paso a la educación sexual. Antes era algo más que misterio, era tabú. Hoy no lo parece. De hecho es raro que no haya sexo en televisión. Lo prefiero al gran tema del séptico arte: la violencia (asesinos, guerras, monstruos). Imposible apartar a los jóvenes de películas, series, internet, etc. Tampoco por esconder la cabeza va a desaparecer el riesgo. Luego vienen los embarazos no deseados –en aumento- por no hablar de enfermedades sexuales y conflictos psicológicos o emocionales. Evidentemente es un tema sobre el que hay que formar, hoy más que nunca.
Espíritu. Denuncié la mala calidad de la educación que recibí en este campo, por parte de religiosos. Nos ciega la aversión que cierta iglesia ha fomentado, en muchas generaciones, contra todo lo que tenga que ver con la religión. Una vez más volvemos al mal uso de algo bueno, que no justifica su supresión sino su corrección. Hay países de intenso laicismo (que rechazan toda colaboración religiosa) en los que sectas de todo tipo hacen su agosto, incluidas perniciosas ¿Por qué? Olvidamos nuestra más obvia naturaleza. El ser humano tiene esa necesidad. Por más sociales y evolucionados, no somos simples animales luchando por sobrevivir. No en nuestro corazón. Si dejamos un vacío en el campo espiritual la vida no tiene medio sentido. Cualquiera podría aprovechar ese vacío.
Creo que hoy el riesgo es mayor que antes. Lo mínimo sería explicar al completo lo ético y moral, y descriptivamente lo espiritual. El no creyente que no encuentre otra cosa, que sepa que existe buena educación religiosa que lo puede hacer perfectamente, distinta a aquella que denuncié de miedos y pecados. Los más señalados librepensadores y ateos tuvieron educación religiosa y no les impidió ser como fueron.
Por último, llegamos a la gran “maría”. No es extraño que lo sea, ya que hay mucha confusión sobre lo que es cada cosa en este tema. Además, durante años buena parte de aquellos que debían servir de ejemplo, no lo eran en absoluto. Quizá por ello, el mal uso (sí, otra vez) ha hecho que pierda crédito para algunos. Hablo de la cortesía, urbanidad, también llamada buena educación. Aquellos que lo vean superficial y tengan hijos que formar, que reflexionen. Una formación correcta, también en esto, abre puertas, allana caminos, da auto-confianza y aprecio personal; el descuido patente, cierra puertas.
La buena educación no se manifiesta poniendo cara de acelga, como pretenden algunos, depreciando superficialmente lo ajeno por su origen. Al contrario, la principal actitud es el aprecio y la buena fe. Precisamente, gran parte de las anécdotas con que alaban a algunos reyes y grandes personajes, revelan su buena educación y no otra cosa. Aquellos que les atribuyen una supuesta campechanía no han comprendido la verdadera naturaleza de la cortesía. No me acaban de gustar las palabras urbanidad y cortesía, pues no creo necesario haberse criado en una ciudad o en la corte, pero cortés –según el DRAE- es atento, comedido, afable, urbano. Sirva de ejemplo. Lo importante no es el protocolo, lo es la actitud personal.
Tal vez merece capítulo aparte. He visto muy mala educación en quien ha recibido muy cara educación, que no tiene nada que ver. Es decepcionante lo mal que se enseña, en general, sobre algo tan sencillo. Por no empezar incidiendo en lo esencial, se complica y desvirtúa lo demás. La principal regla de educación, que debería enseñarse, es ponerse en el lugar de los demás y tratarles como desearíamos que nos trataran. Asumido así, lo demás viene en consecuencia. El protocolo y la etiqueta son otra cosa, se refieren al ceremonial, y son secundarios.
Como siempre, me alargo demasiado. Lo dejamos así: la buena educación no es la más cara, es la más completa y la que forma a las mejores personas. En mi loco mundo, el personal prefiere relacionarse con las mejores personas, y eso hace la vida de todos un poco mejor.
Un abrazo.